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DAVID GUTIÉRREZ

Carpintería DAVID

ROBERTO CUITIÑO


En 1980 se mudó de Durazno a Montevideo, cuando aún era un escolar. En 1985 empezó a estudiar el oficio en la Escuela Banneux, que se ubicaba en Casavalle y subsistía –dato de color– produciendo ataúdes para la intendencia. Sin contar con familia en el rubro, David Gutiérrez incursionó en la madera porque le gustaba el oficio: “la carpintería es poder crear cosas”, afirma. Hoy sus hijos, Lorena y Rubén, forman parte de la empresa y juntos dialogaron con Madera sobre el recorrido de la empresa, los aprendizajes y las ganas de seguir trabajando en familia.



¿Te acordás cuál fue tu primer mueble?


David (D): Una mesa de luz que todavía tiene mi madre y que no la quiere tirar, justamente, porque fue mi primer mueble. Hecha 100% a mano, sin máquinas. En la escuela te enseñaban a cepillar y a enderezar la madera, pero todo era manual los primeros años.


¿Cómo fue tu recorrido hasta tener tu carpintería?


D: Mi primer trabajo fue en una carpintería en Durazno, luego de terminar el bachillerato. Al poquito tiempo me di cuenta de que ya me había acostumbrado a la vida en Montevideo, entonces volví. Un muchacho me consiguió trabajo en una carpintería grande, donde estuve cuatro años. Pasé por un par de carpinterías más antes de tirarme por la cuenta. Tuve dos intentos que no funcionaron hasta abrir esta tercera empresa, que existe desde hace 15 años.


¿Qué aprendiste trabajando en otras empresas?


D: En cada una aprendí algo nuevo: trabajé en aberturas, luego en bisagras, luego en madera de pino, hasta llegar a

utilizar la placa condensada. Pero más allá de la técnica, aprendí que cada empresa tiene su forma de hacer las cosas, que en todas se trabaja distinto, aunque los resultados que generemos sean másbo menos los mismos.


¿Por qué esta tercera vez funcionó? ¿Qué fue diferente?


D: Antes me faltaba conocimiento del mercado y experiencia en la gestión, por ejemplo, no tenía claro todos los costos asociados a la producción o al personal. Inclusive hoy me cuesta muchísimo el rol de empresario, porque lo que realmente me gusta es la carpintería; yo soy carpintero, me gusta trabajar la madera, hacer las cosas, pero con el tiempo te das cuenta de que para dirigir una empresa es fundamental salir del taller. Con respecto a hacer algo distinto, creo que la apuesta a la tecnificación fue clave.


Entre tantas opciones, ¿por cuál tecnología empezaste?


D: Siempre me gustaron las herramientas e investigo cómo funcionan los modelos a medida que salen. Primero compramos una máquina para cortar mejor, luego nos dimos cuenta de que necesitábamos una enchapadora, pero como la perforación era lenta, compramos un CNC y luego lo cambiamos por otro con más capacidades. Hoy tenemos una maquinaria importante; no mucha, pero muy buena. En estos quince años, ha sido una inversión casi constante de la ganancia en nuevas máquinas y tuvimos la suerte de quedar dos veces seleccionados en el Fondo Industrial, que nos ayudó bastante.

Lorena (L): Los avances tecnológicos son tan grandes que uno nunca llega a tener lo último, pero vas avanzando dentro de lo que podés y lo que el mercado uruguayo te permite.


¿Cómo lograste hacer crecer la empresa?


D: Con ayuda y esfuerzo. Al principio conté con la confianza de muchos colegas, arquitectos y clientes que me dieron trabajo para que pudiera avanzar, y luego el tiempo hizo lo suyo. Desde hace unos años cuento con mis hijos, Lorena en atención a clientes, diseño y administración, y Rubén en el taller. Y con la colaboración del equipo todo, en total somos ocho personas fijas y cuatro tercerizados con quienes trabajamos frecuentemente.

L: También hubo un punto de inflexión que fue trabajar con un coach, años atrás y por un par de años. Venía todas las semanas y nos fue guiando para lograr profesionalizarnos. Hasta ese momento yo venía y hacía mis tareas, y fue él quien planteó ampliar mi rol. Esa experiencia generó más integración entre nosotros [mira a su padre] y nos ayudó a alinearnos en la visión de la empresa.

D: Fue un buen golpe. Nos ayudó a ver muchas cosas que no veíamos por estar metidos adentro. Nos enseñó eso mismo: a dónde ir.


Hace 15 años, ¿tenías el sueño de fundar una empresa familiar?


D: Más que nada se fue dando, porque en ese momento era chicos, pero al crecer mostraron interés y ahí les di alguna tarea para que probaran, y de a poco fueron encargándose de otras. Cuando terminaron el liceo decidieron quedarse en la carpintería, entonces bien, había que enfocarse en lo que hacemos, yo les enseñé lo que sé, y lo que no sé que lo aprendan por ellos mismos.


¿Cómo se relacionan entre ustedes?


Rubén (R): Nos llevamos bien. A veces hay opiniones diferentes, pero nada fuera de lo normal.

D: Cada uno tiene su rol, su lugar. Trabajamos para un mismo objetivo, pero con formas diferentes de pensar. Yo vengo con la formación del oficio, busco respuestas en el taller; ellos recurren a la inteligencia artificial o a internet para resolver un problema. Esa facilidad para usar la tecnología es una gran ventaja de las nuevas generaciones y a mí me da tranquilidad porque si tenemos un problema con alguna maquinaria sé que se soluciona dentro del equipo. Por otra parte, aunque desde otro lugar, esta empresa familiar funciona también por el apoyo de mi señora, que se encarga de todo lo que nosotros no podemos por estar enfocados en la carpintería.


¿Cuál es la clave para trabajar bien con la familia?


R: Diría que distinguir las situaciones de familia de las situaciones de trabajo. Siempre fue así.

D: Incluso con familiares o amigos que trabajaron con nosotros, siempre estuvo claro. Hay que diferenciar porque de la responsabilidad que tenemos no depende solo nuestra familia, sino la de cada uno de los demás compañeros de la empresa. Si las cosas no funcionan, no funcionan para ninguno.


¿Cómo se relacionan con el resto del equipo?


D: Las mismas reglas para todos. Como en cualquier empresa, hay responsabilidades, hay horarios, hay que cumplir.

R: Hay un ambiente de trabajo muy agradable, aunque sea trabajo [se ríe] es un buen lugar para pasar el día. Estoy desde hace 6 años y, en general, en el taller trabajamos jóvenes que nos llevamos bien.

D: Siempre he tratado de dar una posibilidad de cambio, sea a alguien conocido que necesita trabajar, a alguien que busca su primer empleo o con situaciones complicadas. Hemos integrado personas que recién salían de la cárcel o que intentaban dejar las drogas. Si a ellos no les das un laburo, si no los escuchás y conversás, van a recaer. A veces funciona la ayuda, a veces no; pero creo firmemente en que para generar un cambio tenés que dar una oportunidad.


¿Qué es lo que más han aprendido desarrollándose en la empresa?


R: El oficio y el manejo del taller. Hoy me animo a decir que soy el único que sabe manejar todas las máquinas que tenemos, y estoy aprendiendo a pensar y gestionar cada vez mejor los procesos productivos.

L: Aprendí mucho de carpintería y todo lo que implica desempeñar mis responsabilidades vinculadas con la administración, el personal y los clientes. Pero por sobre todo aprendí de mi padre que hay que tener perseverancia. Yo vi el proceso desde cero y cómo costó, pero había una meta y se trabajó para ir en esa dirección. Y esto es algo que me queda como aprendizaje también a nivel personal.

D: Para llevar adelante lo que sea hay que tener actitud de trabajo, perseverar. No siempre te salen bien las cosas y hay que buscarle la vuelta. Cuando algo me sale mal, me quedo más horas, fines de semana, lo que sea con tal de poder entregar bien el trabajo. Y también, algo muy importante y que no siempre hacemos, mirar para atrás y ver los errores para no volver a caer en ellos.


¿Quiénes son sus clientes?


D: Principalmente, tenemos dos públicos. El cliente particular, para quienes hacemos todo tipo de muebles, tanto si viene el diseño armado o si hay que diseñar; y colegas, que tercerizan en nosotros distintos productos. Este modelo es el que nos ha permitido seguir creciendo; algunos meses son más flojos que otros, pero cuando de un público hay menos pedidos, resulta que tenemos más del otro. Desde que arrancamos nunca hemos tenido que mandar a nadie del seguro de paro, ni siquiera en la pandemia.


¿Qué caracteriza el servicio que ofrecen?


L: Nos gusta tener un trato cercano con los clientes, no solo cumplir con lo acordado, sino que dedicamos mucho tiempo para encontrar opciones para cada proyecto. Y también estamos en los detalles de los que producimos. En mi opinión, es una combinación de ambas cosas.

D: Trabajamos siendo honestos con los clientes. Siempre digo que no se equivoca el que no hace nada. Por supuesto, tratamos de no equivocarnos, pero si lo hacemos, buscamos una solución para entregar un buen producto.


¿Qué es lo mejor de trabajar en familia?


D: Que estamos juntos. Antes volvía de noche, casi no los veía; hoy compartimos el almuerzo todos los días.

L: Son esas cosas simples, no materiales, que tienen un valor único, y “se dan solamente una empresa familiar. Trabajar aquí me ha permitido crecer desde distintos aspectos. Ya pasaron 9 años desde que estoy, y si hubiera trabajado en otro lugar, seguramente, mi función sería una y punto. En cambio, hoy tengo una proyección de mi futuro laboral.

D: ¿Qué puedo decir? Los escucho decir que se proyectan a futuro y siento que es deber cumplido. Estoy tranquilo porque van a tener de qué vivir, que todo este esfuerzo no va a quedar en la nada; que como padre pude inculcarles que si quieren algo tienen que trabajar para alcanzarlo. Lo que tenemos hoy como familia es porque hemos trabajado mucho.


¿Qué balance hacés de estos primeros 15 años?


D: Este oficio y esta empresa me permitieron vivir mucho mejor de lo que vivíamos antes. Hoy una vez al año me puedo tomar mis vacaciones y, de vez en cuando, darme algún otro lujo. Este trabajo me permitió viajar y conocer cómo se trabaja en otras partes del mundo –estuve por Argentina, Brasil, Italia y Austria por las ferias–. También pude conocer cantidad de gente con la que me llevó recontra bien, que nos reunimos en un asado o una charla de capacitación y terminamos conversando de cosas de la vida, que poco tienen que ver con el ámbito laboral. Por eso les digo muchas veces a colegas que se acerquen a Adimau, que les va a ir bien, porque nos ayudamos entre todos. No es competencia, sabiendo trabajar, hay trabajo para todos. Yo hoy estoy presente en el mercado, me conoce mucha gente, y eso es por las redes, por los colegas y clientes. Y es una gran satisfacción, porque salí de un barrio complicado, costó estudiar, costó armar la empresa, pero probamos y probamos hasta que funcionó, y tenemos a la familia cerca.



Agosto 2024

 

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