Junto con su hermano Augusto, es uno de los directores de Omar Landarte SA, la empresa que su padre creó en 1966 en el mismo terreno donde se encontraba la casa familiar. “Ahí armaron con mi madre un taller chiquito, en un espacio poco más grande que un garaje”, cuenta Adrián Landarte. El año pasado falleció Omar pero la empresa sigue vigente, con la innovación, el compromiso y el trato personalizado como insignias del legado familiar.
Omar Landarte es una empresa familiar. ¿Cómo empezó tu padre a crearla?
Mi padre trabajó como capataz en una carpintería hasta que decidió independizarse. En 1966, abrió una unipersonal con su nombre y ahí nació la empresa. Su pasión siempre fue la madera, la carpintería; primero la trabajó como artesano y luego de una forma más industrial. Hoy la empresa tiene 20 empleados dentro del taller, 5 lustradores y 15 personas que trabajan afuera en las obras.
¿A qué se dedica la empresa?
Es una carpintería de obra blanca y también mueblería. No hacemos ni sillas ni sillones, pero sí muebles de cocina, bibliotecas, mesas, revestimientos, puertas y ventanas, de todo. Es tan amplio el rubro que hemos hecho hasta tablas de asado para promociones y en un momento exportamos a Estados Unidos. Apuntamos a casas de un nivel medio, medio alto y trabajamos mucho para hoteles. Hemos hecho la parte de carpintería del Sofitel, del
hotel Cottage de Puerto de Buceo, del Hotel Fassano de Punta del Este y algunos más. También muchas residencias particulares en Montevideo y Punta del Este.
¿Recordás tus comienzos en la empresa?
¡Yo en realidad nací ahí! Siempre estuve. Nací en 1964 y a los dos años mis padres hicieron el taller en mi casa. Vivimos ahí durante muchísimo tiempo, de a poco fuimos comprando una casa en el fondo, luego las laterales. Hoy la empresa sigue en el mismo sitio pero tiene unos 2500 metros cuadrados y donde era la casa ahora están las oficinas. Pero siempre estuve, de chicos, luego de la escuela, íbamos con mi hermano al taller a jugar.
¿En qué momento empezaste a trabajar “ de verdad”?
Se fue dando naturalmente. Si tuviera que definir mi posición, hoy creo que no soy tanto carpintero sino empresario, a pesar de que estudié diseño de muebles y de interiores. Me gusta el diseño, estudié unos años ingeniería y también arquitectura, y a los 15 años empecé a trabajar más en serio en la contabilidad. Por supuesto que también estaba dentro del taller, junto con mi madre que siempre participó y mi hermano, que es arquitecto y está en la parte de asesoramiento de las obras conmigo.
¿O sea que la empresa tiene una impronta importante de diseño?
Si, aunque la mayoría nos viene dado. Tenemos otro arquitecto, Gonzalo Fernández, que trabaja full time en la carpintería, pero sobre todo trabajamos con estudios de arquitectos o empresas que nos mandan diseños hechos.
¿Cuál creés que es el diferencial de Omar Landarte SA? ¿Por qué los eligen?
Primero porque mi padre siempre le dio un perfil de mucha responsabilidad a la empresa. Y también porque siempre avanzó en la parte tecnológica, nos preocupamos por actualizarnos en maquinaria y eso hace que las terminaciones de los trabajos queden muy bien y optimicemos costos, sin abandonar lo artesanal de la madera que está en la esencia del rubro. Creo que combinamos bien las dos cosas. Por otra parte, también nos eligen por la atención personalizada y el respaldo de la carpintería en sí para obras que involucran muchos rubros y a mucha gente.
¿A qué te referís con “perfil de responsabilidad”?
En los trabajos integramos a las diferentes partes de la carpintería como responsables de proyecto, damos un servicio integral. Ese es el diferencial, algo que desgasta un poco pero nos hace distintos, porque si hay que entregar algo el compromiso es tal que se trabaja sábados y domingos. Cumplimos con los trabajos, la calidad que se exige y los tiempos, porque sabemos que hay siempre una cadena que depende de nosotros. En un momento tan difícil en el que cierran tantas empresas, elegimos diferenciarnos ofreciendo un trato bien humano y servicio. No sé si es un diferencial con otras empresas, pero sí es algo que nos caracteriza.
Llevan más de 50 años, ¿qué cambios has notado en ese tiempo?
Han pasado muchísimas etapas. Los materiales y la tecnología han cambiado. Antes era todo con herramientas manuales o muy básicas, ahora tenés que tener máquinas a control numérico, computarizadas, seccionadoras, máquinas que te dan otra terminación u otra velocidad y te ayudan a poder continuar en el mercado. Es muy difícil en esta época poder congeniar todas las partes.
¿Han cambiado los materiales de trabajo en estas cinco décadas?
Mucho. Antes se utilizaban maderas nobles, ahora la mayoría son de montes, renovables, maderas laminadas o diferentes melamínicos que años atrás no existían. También se da un poco la evolución natural de todo negocio, con la computadora, internet. Creo que por un lado todo eso es muy bueno, aunque creo que a veces por tanta tecnología se pierde la esencia de la carpintería tradicional.
¿Cuáles fueron los momentos más difíciles que pasaron y cómo los superaron?
Hemos pasado varias crisis y también hemos tenido nuestros momentos de auge. El rubro tuvo momentos castigados y continúa siendo así hoy, con importación y competencia desleal que nos afecta muchísimo. En el 2002 habíamos comprado maquinaria, nos habíamos metido en préstamos, la tuvimos difícil. Hubo que pensar muy bien y reestructurar para poder seguir subsistiendo. Siempre se aprende… Sí, aprendés. En el éxito de los empresarios siempre hay una parte de riesgo pero los golpes a veces te hacen ser un poco más precavido, te obligan a seguir con los pies más sobre la tierra. En un momento fui un poco más de meterme en distintas cosas, invertir, por otro lado mi padre era más tradicional, aunque siempre fue muy apasionado por la tecnología, por actualizarse e invertir.
Era un visionario…
Sí. Le encantaba ir a exposiciones en Brasil, en Europa. Fue una de las razones por las cuales la empresa creció y está donde está. Él se arriesgó en su momento e invirtió dinero que no tenía para poder actualizarse tecnológicamente, sabía que eso importaba.
¿Qué cosas de su impronta siguen vigentes hoy con ustedes al frente?
El trato personal con los clientes sigue. Es una empresa familiar todavía, porque muchos de los encargados o capataces y hasta la gente de oficina han estado desde el principio; muchos se casaron, tuvieron hijos y hoy son abuelos y siguen trabajando con nosotros. Hay un trato mano a mano, siempre se escucha al cliente, se lo atiende. Papá era medio fanático del trabajo, no tenía horarios, ahora se mantiene eso, hay un gran compromiso con esa atención personalizada. También la parte de la actualización tecnológica continúa. Él la empezó, fue marcando el camino. Capaz que lo insustituible era su forma de estar en la empresa, conociendo todo y hasta si los empleados tenían problemas o qué estaba pasando en cada sector.
¿Cómo ves al mercado interno hoy?
Muy incierto. Hay mucha importación, no tanto de la región sino de China, tanto de muebles como de puertas. Está difícil porque así está el país también. Nunca hay una seguridad para los empresarios, no hay muchos beneficios que nos ayuden a poder crecer y ser más competitivos, pero siempre tratamos de sobrevivir e ingeniarnos para salir de la mejor manera.
Creció la forestación en los últimos años. ¿Eso les cambió las reglas de juego? ¿Les facilitó el trabajo?
Sí, creció mucho la forestación, pero en realidad en el sector de los carpinteros no hubo mucho beneficio. No bajaron los precios, aunque sí utilizamos madera nacional de muy buena calidad, se están utilizando montes renovables y se han hecho trabajos excelentes con madera nacional. No nos benefició en cuanto a costos ni se nos hizo más fácil crecer por eso.
¿En qué etapa se encuentra actualmente la empresa? ¿Cuáles son sus desafíos?
Actualmente nuestro objetivo es mantener la calidad, el servicio y conservar el nicho de mercado que tenemos. No es nuestra aspiración seguir creciendo sino mantener la calidad y tratar de ser buenos en el rubro que somos. En parte buscamos nosotros, pero también
ya tenemos cierto posicionamiento en el mercado y nos llaman por cotizaciones. Tenemos obras que respaldan la calidad. Creo que no se compite solamente con precios, sino con calidad.
Hacen obras grandes para hoteles pero también cosas para el hogar. ¿Nunca tuvieron que tomar una decisión en cuanto a qué público atender?
Es un honor trabajar en obras grandes como los hoteles, pero también hacemos una puerta para el vecino, una cocina o una cama de niño. Obviamente lo grande es lo que más se ve o la mayor vidriera, pero eso de atender a todos tiene que ver con la forma de ser de mi padre. Si venía un vecino a pedirle una tabla de madera para picar, iba y se la hacía. Quedó eso. Aunque desde hace algunos años ya no hacemos sillas porque hay carpinterías que se encargan específicamente de eso. El resto de las cosas las hacemos todas. Hoy el mercado está muy inestable y no podés dedicarte a una sola cosa.
¿Cómo ves a la empresa de acá a 10 años?
Estamos cotizando varias obras, diferentes proyectos. Me veo tratando de continuar con la carpintería, con la empresa y siguiendo la línea de innovación que tenemos desde el comienzo, tratando de seguir con esa mentalidad que nos dejó mi padre, de no quedarnos
en el tiempo.
Octubre 2017
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