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JOSÉ IENO

ERLOS SA


Se expresa con seriedad, firmeza y claridad. Se nota que maneja al dedillo cada detalle del proceso de fabricación de los productos que ofrece: ataúdes de madera. Sostiene que la comprensión de la finitud no se la dio su actividad comercial y cree que existe un contacto entre los que se van y los que estamos aún de este lado. José Ieno, hijo de inmigrantes italianos, decidió dedicarse a la empresa familiar antes de empezar la universidad. “Era mucho el revuelo

y el alboroto de esos tiempos, por la dictadura, y mi padre era uno de los propietarios de esta empresa”. De los inicios, del proceso productivo, de algunos cambios que percibe en la sociedad y hasta de algunas convicciones personales dialogamos con él. “Se conversó de todo un poco”, concluyó José.

ROBERTO CUITIÑO

¿Cómo se hace para empezar esta entrevista sin algo

de humor?


Esa reacción existe desde siempre. Tanto en fábricas de ataúdes como en empresas fúnebres, es un clásico hacer bromas al respecto. Recuerdo cuando yo era chico y los empleados se sacaban fotos con los ataúdes durante las reuniones de la empresa, que eran habituales en aquel momento. Agarraban siempre al más veterano, lo acomodaban, lo ponían adentro, le sacaban fotos, le hacían de todo. Ahora ya no, las cosas fueron cambiando.


¿En qué sentido cambiaron?


Este es un mercado muy tradicional. Estamos más o menos las mismas empresas de siempre y el producto que

hacemos es más o menos el mismo. Los cambios se ven en los procesos industriales; la tecnificación supone menos personal en algunos puestos de trabajo y, de alguna manera, esto cambió la camaradería que se daba antes. Si bien hay un buen relacionamiento, es muy habitual –lamentablemente– la rotación periódica del personal, más que nada de la gente joven. También cambió la forma de adquirir el producto. Antes la costumbre era despedir al ser querido de la mejor forma que uno podía; las personas iban a la funeraria y elegían entre distintos modelos. Ahora se trabaja con sistemas prepagos, no se producen tantas variantes y la persona soluciona con opciones ya dadas. Esto tiene que ver con la sociedad en la que vivimos hoy…


¿La pandemia se hizo notar en tu trabajo?


Sin dudas. En un primer momento, en 2020, no nos movía la aguja en cuanto a la producción, pero de enero o febrero a mediados de junio 2021, fue un período agotador. No había respiro. No solo el trabajo aumentó muchísimo, sino que además en un momento dado cayeron en cuarentena catorce personas de la empresa, del mismo sector. A diferencia de otros años, subió un 50% la venta de los tamaños más grandes de ataúd debido a que el Covid-19 afecta especialmente a personas con obesidad. Capaz que no eran personas de tanta altura, pero sí de cuerpos voluminosos, entonces se necesitaron más unidades de ese tamaño.


La carpintería nacional tiene mucha competencia de productos chinos. ¿En tu rubro también se siente?


En eso hay una particularidad. Por el peso, el tamaño del producto que manejamos y la frecuencia de uso, no tiene sentido importarlos y complicarse con temas logísticos. Además, un ataúd no lo podés tener armado, lustrado y después clavar cada pieza. Es imposible. Este es un trabajo que, si bien está muy industrializado y estandarizado, no deja de ser artesanal.


¿Dónde se nota el arte en este producto?


Tanto en el armado como en la terminación hay arte. Es un conjunto armonioso que tiene que quedar, si no agradable, bien terminado. Mientras camino por la empresa veo detalles (que pido que arreglen) y el personal me queda mirando como “¿Qué tiene este, una lupa?” Ese darte cuenta viene con la experiencia. Es así, no en vano hace casi 40 años que estoy acá dentro.


En tantos años de trabajo, ¿tuviste algún pedido excéntrico?


Estoy desde 1985 efectivo en la empresa y la única vez que me pareció raro un encargue fue el caso de una mujer que pidió hacer el ataúd de su madre, que aún vivía, de la medida exacta de la altura de la señora. Ella quería ver qué se hacía. Y eligió un tipo específico de madera para el cajón y también pidió los herrajes en madera.


¿Qué tipos de madera se usan?


Nosotros trabajamos el grueso de la producción en pino nacional. También con paraíso una madera que era muy

habitual en los montes en el interior y que ya prácticamente no se encuentra cedro y roble.


¿Cuáles son las etapas de fabricación de un ataúd?


Empieza con la materia prima, sea madera, placa o lo que fuera para el uso de la fabricación, almacenada en un depósito cerrado bajo techo. De allí se hacen los cortes necesarios en máquina. Después pasa a pulido. Luego se secciona cada una de las piezas en otra máquina: el ataúd es como un rompecabezas; la mayoría tiene seis piezas y un fondo. Las piezas, después, pasan a una máquina neumática. Se adhieren y clavan las piezas, después se agrega el fondo. Casi un 50% de la base está pronta cuando el armador agarra el trabajo. Diferentes armadores procesan todo eso, dan terminación al ataúd, hasta llegar a armar la tapa, y después pasa a la zona de terminación. Cuando el ataúd está tapizado se cierra y se acopia para la entrega.


¿Qué materiales lo componen?


En el armado tenés madera, cola vinílica, clavos, placa para el fondo, placa para la tapa; después hay un proceso de masillado y pulido; después usamos pintura de base, que cuando está seca se lija, se le da una pátina, se seca, se vuelve a lijar, se da barniz; cuando el barniz está seco se colocan los herrajes; después se hace el tapizado, con nylon y viruta para el capitoneado del colchón, y después recién se coloca la tapa. En el armado de la tapa se ponen los accesorios que lleva cada modelo: una pieza encima, el cristo (que puede no llevarlo) y la chapa de inscripción.


¿Qué cualidades te parece se necesitan para dirigir una empresa como esta?


Primero que nada, el compromiso. Eso es fundamental. Por ejemplo, esto que ves acá [señala unas órdenes impresas] es documentación para entregar una mercadería que nos comprometimos a entregar hoy, y la tenemos pronta desde hace tres días. El orden también es importante para ofrecer un buen servicio. Cuando nos llega un pedido significa que la funeraria tiene escasez o se quedó sin stock. Entonces, organizamos la cadena de

producción de manera tal que contamos con cantidades suficientes de la mercadería que se vende con mayor frecuencia y poder hacer las entregas apenas las piden. Ser ordenado es la forma de trabajar más rápido y eficiente. Es lo que a mí me inculcaron.


¿Cuál era la motivación de tu padre en el trabajo?


Lo que más le nublaba la cabeza era dejar atrás el emigrante que vino con una mano adelante y otra atrás, y lograr un estándar importante. Gracias a Dios, tanto él como el socio, lo consiguieron y disfrutaron a su manera.


¿Cómo llegó él al rubro?


Como inmigrante que fue, venía de Calabria al sur de Italia (exactamente, en el tobillo de la bota), vino para evolucionar. También era de allí la familia del que fue su socio más adelante. Se encontraron acá en Uruguay y tenían en común haber aprendido carpintería, durante años, con el padre del socio. En el año 62, compraron la empresa a un fabricante de ataúdes que se retiraba por jubilación. Durante dieciocho meses no levantaron ni un peso y vivieron de los ahorros. Todo lo fueron invirtiendo para producir: compraron materiales, contrataron gente idónea, y así empezaron a manejar el oficio. Empezaron bien de abajo, en un local chiquitito en las inmediaciones del Cuartel de Blandengues. Hubo dos mudanzas entre medio y en 1975 nos establecimos acá, en Eusebio Vidal. La empresa se llamó Ieno y Laprovitera, por sus apellidos; en el 85 pasamos a ser Erlos SA.


¿Cómo está estructurada hoy la empresa?


Somos cuatro hermanos. Los tres varones trabajamos en la empresa. Ángel, atiende a los maquinistas y carpinteros; Fernando, se encarga del lustrado; yo de la producción y también de atender clientes. En total somos 31 personas. El grueso del personal se divide entre armado y terminación.


¿Qué es lo que más te gusta del trabajo que hacés?


¿Qué es lo que más me gusta?... Ver que el trabajo salga bien y con la mayor prolijidad posible. Eso es lo que siempre me inculcaron, tanto mi padre como el socio, que siempre fue como parte de la familia, y traté de seguir siempre en esa misma línea. Hoy en día seguimos fabricando determinados modelos de ataúdes que hace 50 años que se hacen, y salen de la misma forma, con la misma terminación.


Como empresario, ¿qué ha sido lo más desafiante de tu vida profesional?


Tratar de cumplir con las exigencias del mercado, tanto para las empresas de Montevideo como del interior. Tratar de cumplir con todo no es una tarea fácil. Si bien la mayor parte de la mercadería es de un rango medio o de medio hacia abajo, entreverado con eso hay que producir de medio hacia arriba y de muy arriba. Entonces, tenés que organizar el trabajo de todos los sectores de la empresa para que salga toda la producción con la calidad que tiene que salir. Si yo no soy lo suficientemente eficiente no voy a poder lograr las metas que tengo fijadas. Trato de ser ordenado, porque es la forma de trabajar más rápido y ser más eficiente.


Tu hijo no trabaja contigo, pero ¿qué consejos le has intentado transmitir para su desempeño profesional?


Primero que nada, que papá y mamá no son eternos. Tenés que forjarte un pasar para mañana ser autosuficiente.

Eso como primera cosa. Después, terminar lo que empezó, primero por la satisfacción propia y nuestra de tener su título, tener un logro personal. Él decidió estudiar una carrera, Contador Público, y quiso conseguir un trabajo enseguida. Se propuso y lo logró a los 18 años recién cumplidos. Hizo lo que quiso, y eso está muy bien.


¿Te parece que trabajar con ataúdes te dio más conciencia sobre la finitud de la vida?


No, no [rotundo]. Hay una cosa que es muy clara: todos los que estamos caminando vamos a pasar por el producto que yo fabrico. Antes o después, pero vamos a ir todos al mismo lugar. Y como llegamos, sin nada encima. Pero esta conciencia no te lo da este trabajo porque nosotros no tenemos contacto con los cuerpos de fallecidos, sino con la madera, con la transformación de madera en un objeto. Somos una carpintería común y corriente que tiene su parte de producción, su parte de terminación y el depósito para la entrega. Hacemos un producto que cumple otra función y tiene otro formato, pero en realidad es una carpintería, como otras. Nada más.


¿Qué pensás que ocurre después? ¿Qué es para vos la muerte?


Yo soy católico y pienso que debe haber algo después. Para mí es pasar de un estado a otro, que no sé si es superior o inferior, pero que siempre hay un contacto del que queda de este lado con el que se va. Tengo costumbre de hablarles a mis padres cuando los visito en el cementerio. No sé si me escuchan o no, pero para mí es algo que hago naturalmente, porque lo siento. Como cuando estoy en problemas y quiero resolver algo que me tiene un poco agobiado, es acostarme, cerrar los ojos y comunicarme con ellos, los dos referentes de mi vida.


PREGUNTAS CURIOSAS


¿Existe alguna costumbre en torno a los ataúdes en Uruguay?


En el Departamento de Paysandú, pasados los tres meses de la sepultura, retiran el ataúd, lo limpian, le vuelven a dar lustre y lo guardan de vuelta. Es el único departamento del país que tiene esa costumbre.


¿Cuál es la típica reacción de la gente cuando mencionás tu rubro?


“Lejos Satanás”. Cuando nos instalamos en este último local, que tiene un frente de 150 metros, la gente de la zona con tal de evitar ver que las empresas retiraban los cajones daba toda la vuelta a la manzana.


¿Cuánto pesa un cajón promedio?


Un ataúd terminado, de los más económicos, entre 35 y 40 kilos.


¿Cuántas fábricas de ataúdes hay en Uruguay?


Más de media docena en Montevideo. En el interior hay en varios puntos

del país.


¿Por qué en Uruguay el formato de ataúd es diferente al de las películas norteamericanas?


Por la tradición de los inmigrantes que llegaron a la zona. La mayoría fueron italianos, españoles o venían de Europa del Este. En esos lugares se usa el ataúd hexagonal, que tiene una tapa que se quita, a diferencia del estilo que se usa en la costa del Pacífico, Chile incluido, y Estados Unidos, donde lo común es la construcción rectangular y la tapa se abre de costado. En el resto de América, desde América Central hasta el Sur de Argentina usamos el estilo europeo.


Septiembre 2021

 

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