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ANDRÉS BONINO Y GONZALO SANTOS

CARPINTERÍA BOSA

ROBERTO CUITIÑO


Dos arquitectos. Dos socios. Dos amigos. Se complementan a la hora de dirigir su empresa y entraron al mundo de la construcción en madera desde su formación profesional. Si bien se conocieron en la Facultad, y compartieron intensas jornadas como estudiantes, empezaron a trabajar juntos tiempo después.


En esta entrevista, Andrés y Gonzalo compartieron cómo fueron sus inicios, hacia dónde se dirigen y el lugar que tiene el diseño para ellos.




¿Cómo surge la idea de tener una carpintería?


Andrés (A): Trabajábamos cada uno por su lado, yo en Piriápolis, en un emprendimiento de casas, y Gonzalo ya tenía su constructora. En un momento, dejé mi lugar de trabajo y empecé a ir a su estudio. A los dos nos gustaba mucho la carpintería y el mobiliario, y un día, de la nada, surgió: “Vamos a traer Ikea a Uruguay”. Esa idea inicial terminó en la decisión de tener nuestra carpintería.


¿Tenían familia vinculada al oficio?


A: No, no tenemos genes carpinteros; pero, en ambos casos, nuestros padres son gente muy dedicada a sus actividades y nos han influido. Por ejemplo, mi padre plantó arroz toda la vida y se dedicó más que nada a la parte mecánica, y él me transmitió el encanto por las máquinas.

Gonzalo (G): Si me preguntás, mi primera imagen de Andrés en Facultad es que era un capo maquetando, lo veías con palitos haciendo todo. Esa magia es algo que uno vivió y percibió. Conocés al padre, y el padre es Andrés. Y conocés a mi padre, y mi padre soy yo en eso de “Quiero que me quede bien, porque me gusta que las cosas salgan bien”.


¿Por dónde empezaron a darle forma a su proyecto?


A: Nos pusimos a investigar, viajamos a Brasil, visitamos proveedores de máquinas que nos llevaron a carpinterías de

clientes, y allí pudimos ver diferentes tipos de armado, de combinaciones de maquinarias. Hasta que nos decidimos y compramos. Y empezamos de cero, con todo.


Arrancaron con una gran apuesta…


G: Como nos gusta el diseño, también nos atrae lo tecnológico. Visualizamos que el mundo iba para ahí, así que no dudamos en ir para ese lado.

A: De hecho, empezamos a buscar el local luego de tener compradas las máquinas. Cuando llegaron, teníamos todo pronto para instalar y comenzar.


¿Cómo transcurrió la etapa inicial de la empresa?


G: Tuvimos una curva de aprendizaje desafiante, por lo que fuimos creciendo lentamente y apoyándonos en nuestras redes. Las redes humanas son la base para crecer, y nosotros las teníamos del lado de la construcción. Entender los procesos desde otras aristas, como la del inversor, del constructor, de los tiempos de obra, la de las necesidades del arquitecto, nos permitió posicionarnos. A diferencia del inicio, ahora contamos también con una red impresionante de apoyo y referencias del lado de la carpintería, con la gente de Adimau, que nos ayuda a acortar esa curva.


¿Qué ofrecían al principio?


A: Nuestra visión era producir mobiliario comercial. Teníamos la idea de vender muebles a través de diferentes espacios. Si bien tenemos un catálogo con más de cien productos que vendemos online, hoy el mayor foco está en el trabajo de obra.

G: Ese fue el inicio, pero la vía se va formando sola y comenzaron a llegar clientes por otros lados, con otros pedidos. Hoy tenemos por clientes a arquitectos, empresas constructoras y clientes directos, con proyectos de obra diferentes.


¿Ese es el camino en el que quieren avanzar?


G: Sí. Dentro de la obra nos gusta posicionarnos en el híbrido, tener un mix. La torre requiere de un trabajo muy estandarizado, en el que se hace el diseño y se repite. Está bueno porque te da mucho trabajo y mucho volumen de trabajo, pero también nos gusta el cliente particular que está metido en el detalle, el que busca paleta de colores. Trabajamos no solo para el proyecto que te deja más margen, sino también para el que te da más felicidad, al que le metés más diseño, que es lo que nos apasiona.


¿Cuál es su diferencial?


A: Nuestro mayor valor agregado es el diseño. Aportamos diseño y funcionalidad a los proyectos.

G: La base es diseñar, darle una vuelta más, entender al cliente y utilizar el lenguaje de la arquitectura para dar algo que no sea nosotros, sino la mejor versión del cliente o del proyecto. Nuestra filosofía es que el diseño les cambia la vida a las personas. Si pensás en espacios de veintinueve metros cuadrados, como son los monoambientes, sin diseño se vuelven inhabitables; pero cuando integrás diseño podés desarrollar un montón de cosas que se vuelven espectaculares.


¿Qué caracteriza a los productos y servicios de Bosa?


G: “Carácter”, “funcionalidad” y “optimización” son algunas palabras que nos marcan el camino. Antes de arrancar a presupuestar, tenemos cuatro o cinco días, y tres o cuatro idas y vueltas con un cliente para llegar a lo que quieren. Nosotros somos eso. Los dos nos paramos ahí.

A: Siempre la prioridad es cumplir con los plazos y con el resultado.

G: Nosotros proponemos siempre hacer equipo con otros arquitectos. Tenemos clientes que nos hacen parte cuando ya se está cerrando el proyecto ejecutivo. Ahí comenzamos un proceso que está buenísimo de intercambiar materialidades, modulación y diseño sobre el diseño ya hecho por el estudio de arquitectura.


De arquitectos a socios de una empresa, ¿cómo se llevan con la gestión empresarial?


G: Personalmente, al tener mi empresa constructora desde el 2000, pude aprender a gestionar y, aunque no es una empresa grande, esa experiencia fue clave al armar Bosa. Por ejemplo, a la hora de reunirnos con un cliente, aunque tengamos dieciocho reuniones más ese día, en ese momento, ese es su espacio y la carpintería es solo para ellos.


¿Cuáles son los mayores desafíos de llevar adelante una empresa como esta?


G: Para mí, entender los procesos es clave. Luego diseñarlos a tu medida y a tu situación, transmitirlos a las partes que involucran a la empresa, hacerlos respetar y respetarlos. De ahí en más, continuidad y orden. Es como un estado de constante conciencia. Uno tiene que entrar acá y saber que es parte de un engranaje y que si se tranca, se tranca todo. A su vez, nos manejamos de modo horizontal en la empresa y transmitimos que esto es retroalimentable. Como jefes tenemos un rol dado, pero que las cosas se logran trabajando en equipo. El grupo humano de Bosa nos da orgullo.


¿Cómo se manifiesta ese trabajo horizontal en el día a día?


G: Somos de almorzar juntos y de tener charlas lindas. Nosotros buscamos personas dóciles, en el sentido de que no todo sea una lucha, inteligentes, con amor propio y que disfruten del diseño, que es parte de lo que somos. En Bosa somos cinco profesionales en el pienso de los proyectos y dos personas en el taller, que quizás esa relación no es tan común en otras empresas. Y ese pienso se refleja en lo que hacemos.


¿Y cómo es la dinámica de equipo entre Uds. dos?


G: Por haber compartido horas y horas dentro de la Facultad, cuando el drama de vida era el proyecto con el que te

recibís, terminás conociendo al otro como en un Gran Hermano. Entonces, es muy difícil que alguno diseñe algo que al otro no le guste, porque al diseñar su punto de vista ya está presente –así como el de los demás en el equipo, que son arquitectos y diseñadores–. Nos autorregulamos para que le guste al equipo.

A: La verdad es que nuestro vínculo de socios fluye, al punto de que podemos estar un día entero sin hablar trabajando al lado.

G: Nos complementamos en los perfiles. Yo soy más extrovertido, tengo otra energía que a veces se pasa y él es más estable. Hay un equilibrio entre ambos en la oficina o cuando viajamos. Y cuando hay que remangarse, hemos hecho obras donde la gente se iba a las cinco de la tarde y nosotros nos quedamos hasta las once de la noche. Es el mejor amigo que podés tener.


¿Cuáles son las expectativas que pueden tener sus clientes de Bosa?


A: Cumplimiento, de los plazos y del resultado.

G: Y del proceso. Hay que entender que para el cliente una casa o una reforma es algo que lo saca totalmente de su zona de confort y en eso está invirtiendo. Es como que te hagan jugar al póker, invertir dinero, sin vos saber jugar al póker y depender de otro. Entonces, para nosotros es importante que se sientan cómodos de principio a fin, hacerlos disfrutar de las reuniones es importante. Para eso, entender su vida. Es más que carpintería, es meterte en la vida de la gente con el diseño. Si nos llamás para hacer tu cocina no da igual si te gusta cocinar que si no, y en todos los casos debe tener lugar para guardar hasta el último tupper.


¿Qué es lo próximo en el crecimiento de la empresa?


A: Nosotros arrancamos con el plan de negocios y fuimos creciendo por el boca a boca. Hasta ahora nunca habíamos trabajado en una estrategia de marca. Hoy estamos en un proceso de revisión de la imagen de la empresa y del posicionamiento, que incluye una nueva web y redes sociales.


¿Cuáles son sus expectativas al trabajar en la imagen de marca?


G: Nosotros entendemos que la marca tiene que transmitir quiénes somos, dónde estamos y qué están comprando

los clientes cuando compran en nuestra empresa. Si ves otras cocinas del mundo, las uruguayas no tienen nada que envidiarles, pero hoy quienes compran importado de alta gama pagan capaz que un 30-40% más de lo que podrían destinar acá. Y eso es el resultado del trabajo de marca que realizaron esas empresas. Nosotros entendemos que para seguir creciendo tenemos que trabajar en esa línea de hacer marca.



Diciembre 2023

 

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